por Abigail Pasillas1
A finales de 2008, el Museo Nacional de Arte recibió en donación de una parte del archivo fotográfico personal que Olivier Debroise acumuló a lo largo de las últimos dos décadas de su vida en México. Este archivo está compuesto por casi 500 items, la mayor parte son fotografías de época en blanco y negro. Casi la mitad son obras de Lola Álvarez Bravo: retratos de intelectuales y artistas, fotomontajes y fotografías de reproducción de obra de figuras como Frida Kahlo y Juan Soriano, entre otros. Del siglo XIX hay retratos de estudios como el de Cruces y Campa. También encontramos la serie de Eisenstein, fotografías de época, cuatro de las cuales están en la exposición Visita el archivo Olivier Debroise. Entre la ficción y el documento. En términos generales, visto en conjunto, se trata de un archivo que incluye primordialmente fotografías documentales o de registro y de fotógrafos no identificados.
Durante 2009 realicé una estancia de investigación en el MUNAL que me permitió conocer este archivo y trabajarlo. De acuerdo con los requerimientos del museo, se me pidió hacer una catalogación de la colección que recientemente había sido donada. Así, desarrollé una catalogación que se basó en la propia visión historiográfica de Debroise sobre la fotografía mexicana y que puso en relación las imágenes que Olivier coleccionó con su obra escrita. Con este trabajo, que derivó en mi tesis de maestría, busqué proponer un sentido al conjunto de imágenes frente a su historiador y a los usos que le dio en tanto material de investigación y fuentes directas de estudio (o de apoyo) y tuve la fortuna de que James Oles fuera uno de mis asesores. En la década de los noventa, Oles fue co-partícipe en la conformación de este archivo y sus testimonios acerca de cómo, por qué y para qué Olivier ejerció el coleccionismo personal de algunas de las fotos hoy en MUNAL (y de otras más que quedaron fuera de la donación), fueron fundamentales para mi trabajo.
Este archivo, resultado de un proceso de vida, se acumuló, en palabras de James Oles, de una forma orgánica, sin seguir un programa o, dicho en una terminología adecuada, sin seguir una política de colecciones. Por estas razones, mas que estar ante una colección formal, propongo que estamos frente a una no-colección, en tanto se trata de un archivo cuya conformación y usos no fueron del todo tradicionales u ortodoxos que, además, llegó fragmentada al museo. En ella encontramos algunas fotos que fueron las favoritas de Debroise, otras que guardaba en su cajón o que adornaban su casa, que le regalaron o que encontró en La Lagunilla. En casos contados hay una relación directa con sus investigaciones, como con las fotos que analizó en una o en varias de las 4 ediciones de su obra más importante sobre fotografía: Fuga Mexicana. Un recorrido por la fotografía en México. Así, nos encontramos ante un archivo acumulado mediante diversos mecanismos como regalos, compras en mercados de antigüedades, intercambios, olvidos de un tercero. Parte de la no-colección puede no tener relación específica con alguno de sus estudios; en muchos casos no hay hilo negro, hay gusto por la foto antigua, por ciertas iconografías, hay una estética de visión –como me recalcó Jaime Cuadriello- que más tiene que ver con la sensibilidad de Debroise, con sus gustos o con el azar de encontrar o recibir imágenes importantes y significativas.
Sin embargo, a pesar de todo esto, Debroise fue un historiador que como tal, investigó imágenes y a través de imágenes y documentos que le informaron y de los que a su vez, él informó. Y éste es un aspecto fundamental que atraviesa el meollo del asunto que nos atañe aquí. Tanto a Mónica, como a mí, en nuestras respectivas búsquedas, en las que pudimos intimar con los archivos de Debroise, este aspecto nos salió a la luz de una u otra forma. A Mónica, en su labor curatorial, marcada por sus estrategias y discursos como artista feminista interesada desde hace tiempo en el tema del archivo (tanto conceptual como formal y procesualmente), en su activación, en el archivo como categoría política. Como nos va relatando en su diario publicado en el blog de la exposición, Mónica tuvo que hacer una selección entre los casi diez mil documentos (fotocopias, fotos, apuntes, notas, borradores, material hemerográfico) del archivo de Debroise en MUAC.2 En cuanto a mi tarea de catalogar la no-colección que fue donada al MUNAL en 2008, también me enfrenté a un corpus de imágenes que en gran medida, aunque no totalmente, es de carácter documental y no artístico. Ambas nos topamos con que los orígenes y características de los archivos de Olivier Debroise están relacionados, en diferente grado, con objetivos de registro, documentación e investigación. Y tuvimos que atender a las preguntas de qué, cómo, por qué y para qué Olivier Debroise formó/acumuló sus archivos/colecciones/no-colección. Su acervo en MUNAL no tiene orígenes ni usos institucionales; es el archivo de un investigador y crítico que además, fue y es fundamental en el ámbito de la curaduría, la investigación y la historiografía del arte y la cultura visual en México. En particular en el terreno de la historia de la fotografía, Debroise desarrolló una de las obras fundamentales en nuestro país, la ya referida Fuga Mexicana, así como numerosos artículos individuales y en colaboración.
Con relación a esto, la exposición del archivo de Debroise en MUAC se basa en dos conceptos: la ficción y el documento. Mónica propuso activar este archivo a partir de la construcción de la ficción y de su relación con la investigación histórica en la obra de Debroise, así como de su trabajo y conceptualización de sí mismo como historiador. Trabajó con aspectos centrales en la obra de Olivier como son la concepción de historia que asumió el autor; el ejercicio de una postura historiográfica siempre crítica de la Historia Oficial, total, universal, que llevó a Debroise a proponer historias plagadas de cruces de estrategias, de cruces metodológicos, discursivos y narrativos, a ofrecer historias acerca de personajes semi o anónimos, así como de lo que queda al margen de la historiografía oficial o de lo que sucede de manera simultánea a ésta, pero que no siempre es atendido; o lo que fue para él una fuente histórica y el uso que Olivier les dio, temas que engloban todos la constitución teórico metodológica y ficcional de sus objetos de estudio.
La ficción
La novela póstuma de Debroise “-Traidor, ¿y tú?” es uno de los mejores ejemplos de la relación entre ficción, documento y archivos que Olivier construía en sus trabajos. Es muestra de las estrategias de investigación, de escritura y creación, de las posturas historiográficas que asumió Olivier frente a La Historia Oficial, es ejemplo de la crítica que desarrolló frente al género de biografías de artistas que no atienden a la obra, sino únicamente a la figura del artista, y que caen en el sensacionalismo y en los lugares comunes (crítica especialmente dirigida a muchas de las biografías de Tina Modotti, Lola Álvarez Bravo, Abraham Ángel, etc.).
Como parte de la curaduría de una exposición de material de archivo, Mónica seleccionó diversos documentos (mapas, hojas de directorio, apuntes) y fotografías que Debroise utilizó en su proceso de investigación y documentación/ficción en “-Traidor, ¿y tú?”. En esta novela encontramos un aspecto que nos habla de la relación entre la obra y los archivos de Debroise en MUAC y en MUNAL. En éste último hay un retrato coloreado, fechado hacia 1910, de formato pequeño y de autor sin identificar que muestra el perfil de una mujer. En la primera parte de la novela, el protagonista, Stephan Leonard Dabrowski, siendo aún adolescente, había dejado de ver a Itzik Falken. En la desesperación que lo embargaba, una noche aún en Poznan, se encuentra con Franz Gernlick quien le da la pista de dónde encontrar a Itzik. Leonard relata:
“ Yo espiaba a Itzik Falken y Franz Gernlick me espiaba a mí […] fuimos al restaurante del Hôtel de Rome, […] nos dieron una mesa en el patio bajo los tilios y nos sirvieron cerveza y, efectivamente, a los pocos minutos, apareció Iztik Falken entre Max Reinhardt y Pola Negri […] Aún ahora no lo puedo creer. Era como si a mitad de la Friedrich Strabe se hubiera aparecido en nuestra Poznan provinciana. ¡Vanina en el Hôtel de Rome! ¡Y del brazo de la Negri! Los violinistas en el estrado dejaron su bock de cerveza y tocaron Valencia. Muchos consumidores llenaban las mesas del restaurante esa noche, con la esperanza de ver a nuestra máxima actriz en su visita a nuestra ciudad. Pola Negri saludaba, firmaba autógrafos. […] Llamaba a Itzik que seguía a prudente distancia, y lo presentaba a sus admiradores.”3
Esta foto no está publicada en la novela, pero este texto nos da una posible explicación inicial acerca de la presencia de este retrato en el archivo y del personaje en la novela. Es una relación, tal vez casual, tal vez ficticia, de un personaje de la vida real, como Pola Negri y de los personajes anónimos del mural de Rivera a quienes Olivier dio vida en su novela y a quienes documentó para re-investigar y re-contar la historia política-artística y personal de la que trata “-Traidor, ¿y tú?”.
El documento
La no-colección fotográfica de Olivier Debroise, marcada por los regalos, los hallazgos azarosos en mercados de pulgas durante la década de los noventa, está en parte relacionada con lo que Debroise desarrolló en sus textos sobre fotografía, en particular en Fuga Mexicana. Podríamos decir que, a pesar de no surgir de un programa académico que rigiera su conformación, su archivo tiene cierto grado de relación con sus intereses académicos, ubicable en obras concretas como Fuga Mexicana y Figuras en el trópico, entre otras. En este orden de cosas, después de relacionar su archivo fotográfico en MUANL con su obra escrita, me atrevo a sugerir que éste es una especie de síntesis (incompleta, parcial) de una parte de la obra de Debroise, es un complemento. El archivo en el MUNAL puede entenderse de una forma más rica si se observa relacionado con su obra sobre fotografía y, como es patente a partir de la exposición Visita el archivo Olivier Debroise. Entre la ficción y la documentación, con el archivo en MUAC (sus llamados tres archivos: documentos, fotografías, libros). Su no-colección fotográfica cobra sentido amplio como parte de una labor personal que reúne las aparentemente irreconciliables tareas de investigación académica y formal con la labor de coleccionismo azaroso, pues él como todos, conjuntó en su persona diferentes facetas e intereses: historiador, curador de colecciones para museos, visitante asiduo de mercados de antigüedades, coleccionista orgánico de imágenes y documentos.
La conservación, investigación y difusión de los archivos de Olivier Debroise hoy en dos museos de la envergadura del MUAC y del MUNAL es necesaria porque éstos, como todo archivo son fuente de conocimiento, de posibilidades de interpretación, de activación, de formulación de propuestas artísticas y de exposición. Son dispositivos que permiten generar conocimiento y enriquecer el que tenemos sobre temas ya estudiados; son objeto para investigar lo que se colecciona, cómo se colecciona, quiénes, para qué. Además, archivos como los de Debroise nos permiten investigar sobre qué coleccionan los museos y qué tipo de museos forman determinadas colecciones, qué exhiben, que conservan, qué difunden.
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1 Maestra en Historia del Arte por la UNAM. Sus áreas de estudio son la historia e historiografía de la fotografía mexicana de los siglos XIX y primera mitad del XX, así como la catalogación y estudio de archivos fotográficos.
2 Debroise señala en Fuga Mexicana que los “archivos multipoblados” están vivos en tanto quién los estudia proponga nuevos enfoques y abordajes.
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