Por Ana María García Kobeh
Marcos se murió un día trece. El catorce recibimos una solicitud para una exposición y el quince, un temblor derrumbó los anaqueles donde estaban sus cosas, obstruyendo la entrada al taller. Cuando el cerrajero terminó de quitar la puerta, había cajas de todos tamaños volcadas en el piso. Algunas abiertas y otras despanzurradas. Los papeles, estaban regados por doquier y teníamos que encontrar el material solicitado. Así empecé a ordenar lo que dejó Marcos Kurtycz. La decisión que tomé en ese momento fue la de guardar todo, hasta los malos recuerdos.
No me imaginaba la enormidad del rompecabezas que tenía enfrente. Tampoco la riqueza del acervo, ni que se trataba de un archivo. Y eso que creía conocerlo casi todo. ¡Ilusa de mi!
Para empezar, dispuse tres hileras de folders hechizos en la caja de cartón más grande que encontré. Me pareció que el orden cronológico era lo más sensato y, de a poco, fueron entrando los documentos en su fecha. Había materiales por toda la casa: en el librero, en las vitrinas, en el cuarto de la niña y hasta en la cocina (un cuchillo de mango de madera que usé hasta hace poco).
Durante los primeros dos años los retos fueron prácticos, casi siempre en relación a la gran variedad de soportes y formatos, y a la enorme cantidad de material. Lo que no entraba en folders lo guardé en cajas. La clasificación era básica: peras con peras y manzanas con manzanas. Diapositivas con diapositivas y sopletes con sopletes. ¿Qué hacer con el paracaídas? El trabajo fino vino después. Por fortuna, pude asignar al archivo un espacio independiente en mi casa.
Las cajas de cartón dieron lugar a archiveros de plástico, por sugerencia de Iris Nava, estudiante de Historia del Arte. Como parte de su tesis ayudó a precisar el orden cronológico del material y juntas improvisamos mejores maneras de guardarlo. Casi todos los documentos se enfundaron en sobres de plástico transparente. Dos piezas en cada uno, para ahorrar. Los objetos los envolvimos en bolsas de basura.
Dos personas en especial, han contribuído a salvaguardar y valorar este archivo: la curadora Patricia Sloane y el investigador Francisco Reyes Palma.
En 1998, por iniciativa de Patricia, obtuvimos un apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) para hacer una exposición en el Museo Carrillo Gil de la Ciudad de México. Se llamó Memoria. Como la inauguración estaba programada días después de que Oswaldo Sánchez tomara posesión como director del museo, redacté a regañadientes, y con carácter urgente, una cronología para el montaje. Me tardé, literalmente, toda la noche. Al día de hoy, esta cronología todavía nos sirve de estructura al archivo.
En la inauguración de Memoria, Patricia me presentó a Francisco Reyes Palma. Le interesaba escribir algo sobre Kurtycz. Su llegada al archivo me confirmó lo que ya sospechaba: los problemas prácticos se habían complicado en teóricos. A él, ante la riqueza incipiente del archivo, también se le complicaron las cosas, porque su proyecto original de escribir un texto sobre Kurtycz y los estados de excepción se ha ramificado y extendido al día de hoy.
Para estas fechas el material, más o menos ordenado y en carpetas de argollas, develó su complejidad. Requería una clasificación más allá de la cronológica para dar sentido al pensamiento que lo generó y hacerlo accesible a los demás.
Cada documento y cada objeto nos han exigido una definición en cuanto a su naturaleza, que a menudo se escapa. A veces, una carta no es tal, sino un manifiesto; un libro no es libro sino guión, y un impreso no es gráfica, sino la huella de acción. Todavía no se cómo ubicar el paracaídas militar que Marcos siempre quiso usar en alguna acción.
Hemos tenido que definir y describir técnicas inventadas por Kurtycz, como “comalprint”. Se trata de imágenes impresas con sellos de cera de colores.
Por otro lado, en la clasificación y guarda de este archivo, hay que tomar en cuenta la faceta de Kurtycz, el diseñador, que en ocasiones toca o se cruza con la del artista. En muchos casos, no es fácil deslindar el diseño del trabajo artístico.
El acervo es caótico en cuanto a su diversidad. Sin embargo, una vez ordenado y clasificado exhibe claramente la coherencia de un pensamiento artístico claro y excepcional. He trabajado con Francisco Reyes Palma durante diez años y hemos ideado rutinas interesantes de trabajo. Para registrar los libros de artista, por ejemplo, mientras él hace el análisis escrito, yo mido, cuento las páginas y hago bocetos de cada libro. Sus textos y los de Patricia Solane han acompañado la obra de Marcos Kurtycz en exposiciones en México y en otros países durante todo este tiempo.
En 2007, Francisco y mis hermanos me ayudaron a solicitar un segundo financiamiento al FONCA, esta vez para material de conservación, una página electrónica y entrevistas testimoniales que fueron hechas por la escritora Myriam Moscona. El sitio, que incluye las entrevistas, se puede visitar en www.marcoskurtycz.com.mx
Para solicitar el financiamiento elaboramos este esbozo del contenido del archivo:
Textos de artísta; correspondencia; documentación de acciones (video, fotografía, originales de huella de acción, guiones para acciones, a veces en forma de libro de artista; acciones sonoras; libros de artista (ejemplares únicos, ejemplares múltiples); ediciones, cuadernos de apuntes; dibujo; experimentación gráfica; collage; comalprint; fotocopias; bombas (arte correo); procesos inflamables; procesos térmicos; sellos de goma (originales y obra en sellos); obra en diapositiva; objeto y escultura; foto intervenida; foto personal; foto de apoyo a procesos de diseño; objetos domésticos; juguetes; joyería; muebles; diseño gráfico (originales para impresión, proyectos editoriales, fondo de imágenes, ediciones impresas, programas de teatro, carteles, libros, revistas, logotipos, papelería); biblioteca de referencia al artista; catálogos individuales y colectivos; hemeroteca; biblioteca de autor (publicaciones de artes visuales y literatura).
Hoy casi todos los documentos y objetos están protegidos con materiales inertes guardados en cajas, libres de luz y polvo. Hasta el paracaídas. Es posible encontrar el material requerido en pocos minutos y los investigadores interesados pueden hacer una cita para consulta.
Sin embargo, todavía quedan muchas tareas. Es necesario digitalizar videos y diapositivas; los documentos en inglés, polaco o francés deben ser traducidos y los textos manuscritos, transcribirse. Es importante, también, hacer una relación digital del contenido total - lo que no es poca cosa-, rastrear obra en otros archivos y colecciones; y ocuparse del material de diseño que, aunque protegido, requiere de una clasificación más sistamatizada. Necesitamos otros tantos años.
FUENTE DE CONSULTA
García Kobeh, Ana María (2009) El archivo de Marcos Kurtycz. Sesiones Intensivas: reflexiones en torno a Arte no es Vida acciones por artistas de las américas, 1960-2000. Sesión 1 Haciendo Archivos. Págs. 13-15. Disponible en: http://www.youblisher.com/p/103764-Cuadernillo-Arte-no-Vida/
Marcos se murió un día trece. El catorce recibimos una solicitud para una exposición y el quince, un temblor derrumbó los anaqueles donde estaban sus cosas, obstruyendo la entrada al taller. Cuando el cerrajero terminó de quitar la puerta, había cajas de todos tamaños volcadas en el piso. Algunas abiertas y otras despanzurradas. Los papeles, estaban regados por doquier y teníamos que encontrar el material solicitado. Así empecé a ordenar lo que dejó Marcos Kurtycz. La decisión que tomé en ese momento fue la de guardar todo, hasta los malos recuerdos.
No me imaginaba la enormidad del rompecabezas que tenía enfrente. Tampoco la riqueza del acervo, ni que se trataba de un archivo. Y eso que creía conocerlo casi todo. ¡Ilusa de mi!
Para empezar, dispuse tres hileras de folders hechizos en la caja de cartón más grande que encontré. Me pareció que el orden cronológico era lo más sensato y, de a poco, fueron entrando los documentos en su fecha. Había materiales por toda la casa: en el librero, en las vitrinas, en el cuarto de la niña y hasta en la cocina (un cuchillo de mango de madera que usé hasta hace poco).
Durante los primeros dos años los retos fueron prácticos, casi siempre en relación a la gran variedad de soportes y formatos, y a la enorme cantidad de material. Lo que no entraba en folders lo guardé en cajas. La clasificación era básica: peras con peras y manzanas con manzanas. Diapositivas con diapositivas y sopletes con sopletes. ¿Qué hacer con el paracaídas? El trabajo fino vino después. Por fortuna, pude asignar al archivo un espacio independiente en mi casa.
Las cajas de cartón dieron lugar a archiveros de plástico, por sugerencia de Iris Nava, estudiante de Historia del Arte. Como parte de su tesis ayudó a precisar el orden cronológico del material y juntas improvisamos mejores maneras de guardarlo. Casi todos los documentos se enfundaron en sobres de plástico transparente. Dos piezas en cada uno, para ahorrar. Los objetos los envolvimos en bolsas de basura.
Dos personas en especial, han contribuído a salvaguardar y valorar este archivo: la curadora Patricia Sloane y el investigador Francisco Reyes Palma.
En 1998, por iniciativa de Patricia, obtuvimos un apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) para hacer una exposición en el Museo Carrillo Gil de la Ciudad de México. Se llamó Memoria. Como la inauguración estaba programada días después de que Oswaldo Sánchez tomara posesión como director del museo, redacté a regañadientes, y con carácter urgente, una cronología para el montaje. Me tardé, literalmente, toda la noche. Al día de hoy, esta cronología todavía nos sirve de estructura al archivo.
En la inauguración de Memoria, Patricia me presentó a Francisco Reyes Palma. Le interesaba escribir algo sobre Kurtycz. Su llegada al archivo me confirmó lo que ya sospechaba: los problemas prácticos se habían complicado en teóricos. A él, ante la riqueza incipiente del archivo, también se le complicaron las cosas, porque su proyecto original de escribir un texto sobre Kurtycz y los estados de excepción se ha ramificado y extendido al día de hoy.
Para estas fechas el material, más o menos ordenado y en carpetas de argollas, develó su complejidad. Requería una clasificación más allá de la cronológica para dar sentido al pensamiento que lo generó y hacerlo accesible a los demás.
Cada documento y cada objeto nos han exigido una definición en cuanto a su naturaleza, que a menudo se escapa. A veces, una carta no es tal, sino un manifiesto; un libro no es libro sino guión, y un impreso no es gráfica, sino la huella de acción. Todavía no se cómo ubicar el paracaídas militar que Marcos siempre quiso usar en alguna acción.
Hemos tenido que definir y describir técnicas inventadas por Kurtycz, como “comalprint”. Se trata de imágenes impresas con sellos de cera de colores.
Por otro lado, en la clasificación y guarda de este archivo, hay que tomar en cuenta la faceta de Kurtycz, el diseñador, que en ocasiones toca o se cruza con la del artista. En muchos casos, no es fácil deslindar el diseño del trabajo artístico.
El acervo es caótico en cuanto a su diversidad. Sin embargo, una vez ordenado y clasificado exhibe claramente la coherencia de un pensamiento artístico claro y excepcional. He trabajado con Francisco Reyes Palma durante diez años y hemos ideado rutinas interesantes de trabajo. Para registrar los libros de artista, por ejemplo, mientras él hace el análisis escrito, yo mido, cuento las páginas y hago bocetos de cada libro. Sus textos y los de Patricia Solane han acompañado la obra de Marcos Kurtycz en exposiciones en México y en otros países durante todo este tiempo.
En 2007, Francisco y mis hermanos me ayudaron a solicitar un segundo financiamiento al FONCA, esta vez para material de conservación, una página electrónica y entrevistas testimoniales que fueron hechas por la escritora Myriam Moscona. El sitio, que incluye las entrevistas, se puede visitar en www.marcoskurtycz.com.mx
Para solicitar el financiamiento elaboramos este esbozo del contenido del archivo:
Textos de artísta; correspondencia; documentación de acciones (video, fotografía, originales de huella de acción, guiones para acciones, a veces en forma de libro de artista; acciones sonoras; libros de artista (ejemplares únicos, ejemplares múltiples); ediciones, cuadernos de apuntes; dibujo; experimentación gráfica; collage; comalprint; fotocopias; bombas (arte correo); procesos inflamables; procesos térmicos; sellos de goma (originales y obra en sellos); obra en diapositiva; objeto y escultura; foto intervenida; foto personal; foto de apoyo a procesos de diseño; objetos domésticos; juguetes; joyería; muebles; diseño gráfico (originales para impresión, proyectos editoriales, fondo de imágenes, ediciones impresas, programas de teatro, carteles, libros, revistas, logotipos, papelería); biblioteca de referencia al artista; catálogos individuales y colectivos; hemeroteca; biblioteca de autor (publicaciones de artes visuales y literatura).
Hoy casi todos los documentos y objetos están protegidos con materiales inertes guardados en cajas, libres de luz y polvo. Hasta el paracaídas. Es posible encontrar el material requerido en pocos minutos y los investigadores interesados pueden hacer una cita para consulta.
Sin embargo, todavía quedan muchas tareas. Es necesario digitalizar videos y diapositivas; los documentos en inglés, polaco o francés deben ser traducidos y los textos manuscritos, transcribirse. Es importante, también, hacer una relación digital del contenido total - lo que no es poca cosa-, rastrear obra en otros archivos y colecciones; y ocuparse del material de diseño que, aunque protegido, requiere de una clasificación más sistamatizada. Necesitamos otros tantos años.
FUENTE DE CONSULTA
García Kobeh, Ana María (2009) El archivo de Marcos Kurtycz. Sesiones Intensivas: reflexiones en torno a Arte no es Vida acciones por artistas de las américas, 1960-2000. Sesión 1 Haciendo Archivos. Págs. 13-15. Disponible en: http://www.youblisher.com/p/103764-Cuadernillo-Arte-no-Vida/
1 comentario:
Conocí a Marcos Kurtyckz en 1968 durante un viaje que hizo a la ciudad colonial de Campeche, para visitar a mi familia con quien tenía amistad y un parentesco político, estábamos en época navideña, recientemente había ingresado al ejército mexicano y no tenía autorización de salir del cuartel, pero él se las ingenió y pude obtener permiso para reunirme con él y mi padre a platicar en la entrada al cuartel, frente a la guardia en prevención del 22° batallón de infantería, fue una plática corta, bajo el sereno de la noche tropical.
Posteriormente lo visité a veces cuando por asuntos del servicio iba a la capital, él sabía de mi talento para inventar historias con animales y le gustaba platicar de la civilización maya, de las leyendas mitológicas y de los duendes llamados aluxes, me exhortaba a que escribiera aquellas invenciones y leyendas, en una de mis visitas de aquella época me enseñó uno de sus primeros libros, con el optimismo que lo caracterizaba, me detalló acerca de la artesanía que utilizó para elaborar la portada y el texto interior.
No volví a verlo, pero me enteraba de algunas cosas que él hacía, entre ellas la subida al hasta de bandera, aunque han pasado muchos años después de aquellos encuentros; sin embargo, me acuerdo constantemente de él, ya que si escribí algunos de mis pensamientos los cuales ya he editado.
Hasta pronto Jan Mareck Kurtyckz
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