El inesperado fallecimiento del historiador y curador ocurrió a su regreso de San Diego, donde fue a gestionar proyectada estancia como profesor huésped. Olivier se interesaba en un titipuchal de cosas, tenía proyectos quizá desenfrenados, pero como docente era inédito, hasta donde recuerdo. No sólo eso, le costaba trabajo enfrentarse, aunque fuera sólo durante una sesión, con un grupo de alumnos, situación que pude advertir cuando lo invité a participar en el diplomado Las modernidades en el sistema de universidad abierta de la Facultad de Filosofía y Letras.
A partir del martes pasado, releo sus principales trabajos. Comencé por la novela (si es que así puede llamársele) En todas partes, ninguna, debido a que tiene dedicatoria de su puño y letra. Recién publicada por Océano, nos encontramos como jurados del Certamen de Arte Joven de Aguascalientes y me la obsequió. Narra las peripecias de un personaje de la casta divina: José Ángel, quien se ve involucrado en la guerra de castas, luego viaja a París y La Habana para después inmiscuirse en episodios de la Revolución Mexicana y se adhiere a las huestes de Carrillo Puerto.
Dado que “traicionó a su clase” termina sus días en un hospitalucho de Mérida, donde lo visita un joven –el narrador– quien reúne sus memorias y consulta sus enmohecidos papeles. La trama es circular, termina justo donde empieza y lo que más llamó mi atención en esta segunda lectura, fue calibrar la índole de las descripciones fotográficas incluidas aquí y allá: v.gr. la segunda persona a la izquierda es “un joven de traje gris y pelo largo al estilo romántico… Mlle Claire, enfundada en un vestido claro (algún tono pastel que las sales de plata sólo retuvieron como un ligero gris) toca el violín en su postura habitual”.
El meollo pretende ser un repaso fragmentado de varios momentos de la historia de México, pero no es cierto, como asienta José Joaquín Blanco en la cuarta de forros, que el libro sea un nuevo retoño del género revolucionario. Las descripciones de lugares: Tizimín, la vieja hacienda, el río Lagartos son pródigas en referencias botánicas, tanto que me hicieron recorrer las páginas de la que considero es su mejor obra: Fuga mexicana: un recorrido por la fotografía en México, que a partir de versiones anteriores sobre el tema fue publicada por Gustavo Gili (Barcelona, 2005).
Como narrador en novela histórica no creo que haya superado el libro con el que a muchos deslumbró: Diego de Montparnasse (FCE, 1979). No ha envejecido un ápice; es cierto que el personaje y quienes le estuvieron cerca arman escenas ficticias, pero a la vez son producto de una acuciosa investigación de archivos y sitios que escasean en otras monografías sobre el guanajuatense. A eso se suma un conocimiento light, pero muy atractivo, de la bohemia parisina, discurren Modigliani, Marie Blanchard, Ilya Ehremburg, Fernand Léger, Apollinaire. Eso por no hablar de la caucasiana Marevna Vorovieva-Stebelska. Ella, Diego y Angelina Beloff convivieron en el estudio-habitación de Rue du Départ. “Angelina la cuidaba”, de ser así, no lo hizo bien, pues durante el otoño de 1919, Diego recibió en Potiers el anuncio del nacimiento de su hija Marika.
A la pesquisa, realizada tanto en París como en México se adhieren traducciones de notas periodísticas poco o nada consultadas por otros especialistas. Contra lo que a veces suele creerse, Olivier era puntilloso en esto y sus incursiones en pintores como Abraham Ángel, Antonio Ruiz, El corcito, o Alfonso Michel son fuentes valiosas. Además, su visión crítica sobre Frida Kahlo está entre las que mayores luces arrojan sobre la mitología fridesca.
No fui tan cercana a Debroise, pero sí estuve entre las primeras personas con quienes él departió cuando era aún jovenzuelo. En su haber está, junto con Braulio Peralta, quien publicó en La Jornada los suplementos que leímos con fruición, la fundación de Curare, espacio crítico para las artes. Mi sentido pésame a su madre, hermana y amigos: Cuauhtémoc Medina, Paty Sloane, Carla Rippey, Graciela de la Torre.
Fuente de consulta: Conde, Teresa (2008) Olivier Debroise, in memoriam. La Jornada. Martes 13 de mayo de 2008. Disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2008/05/13/index.php?section=opinion&article=a06a1cul
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